La obra de Salvación no se limita a quitarnos nuestros pecados, sino a liberarnos, es decir, nos capacita para ya no pecar. El pecado es una esclavitud, una debilidad que arrastra nuestro cuerpo. Hacemos el mal que no queremos y no somos capaces de hacer el bien que debiéramos. Pero, ahora somos nuevas criaturas en Cristo, no estamos al servicio del pecado, y con la fuerza que Jesús nos transmite, no tiene poder sobre nosotros. Dios envió a su Hijo para traer Vida en Abundancia. Jesús es Presencia del Amor del Padre para con los pecadores, para que allí donde abunde el pecado, Sobreabunde el Amor Misericordioso de Dios. Jesús vivió la vida humana en toda su plenitud, enseñándonos la Verdadera Dimensión del ser Creado a Imagen y Semejanza de Dios. Jesús le da verdadero sentido a la existencia e instaura la Paz en el corazón de todos. Él es, el Camino a la Salvación, Vivir la Verdadera Vida cuando abandonamos la terrena, Viviendo la Eternidad en la Plenitud de la Vida. Por experiencia propia y para Gloria de Dios, lo afirmo con toda certeza en este libro (Religión y Espiritualidad Cristiana).